Lo que necesitas saber en medio de los problemas y cuando tu mundo está al revés
Hay semanas y
SEMANAS. Y hace poco me tocó una del segundo grupo.
Uno sabe que algo
anda mal cuando la otra persona da vueltas y vueltas en la cama y no puede
dormir... por alguna razón las enfermedades suelen despertar en la noche. Salir a la sala de urgencias, pasar la
madrugada en el hospital y regresar a casa con el resultado: un cálculo en el
riñón. Nada que hacer sino esperar a que salga (¡y esperar a que llegue la
cuenta astronómica!). Los que han pasado la experiencia saben que es dolorosa
como ninguna, la comparan con dar a luz.
No hubiera sido
tan complicado si ese mismo día, dentro de unas horas, yo no hubiera tenido que
salir para dar una conferencia y dejar en casa a mi esposo, con su dolor. Pero tampoco
podía cancelar pues mi anfitriona estaba viviendo ella misma su propio vendaval,
también ligado a una enfermedad familiar. Y como Dios tiene un fino sentido del
humor, el tema de la conferencia era nada más y nada menos que aprender a vivir
confiadas en él.
Al día siguiente,
otro embate. ¿Qué haces cuando algo que al parecer es completamente bueno, trae
bien a los demás pues te confirman cómo Dios
lo está usando, se desvanece entre tus manos, como un sueño del que te
despiertas y aunque trates y trates nos puedes regresar? ¿Y qué si la noticia
te la dan en unos de esos días del mes en que la química de tu cuerpo decide pensar
por sí misma y pareciera que estás en una montaña rusa emocional, y no
obstante, tienes que buscar la manera de reunir todas las fuerzas del mundo
para sobreponerte porque tu otra mitad tiene un dolor que no se va y por el
cual tampoco puedes hacer nada?
En esa misma
semana tenía que tramitar un cambio de escuela para el menor de la familia, y
como siempre sucede con esas cosas, la burocracia sobreabunda y lucha por
sacarnos el lado oscuro ante la frustración y la indisposición.
Ese cambio de
escuela, más el comienzo de mi hija en otro nivel escolar y otra escuela también
nueva, igual a estrés.
Para rematar,
al finalizar dicha semana, el refrigerador decidió dejar de funcionar, en un
clima con casi 100 grados Fahrenheit de temperatura. El diagnóstico fue
sencillo: se necesita uno nuevo, este ya es historia.
A los pocos días, el problema fue con el aire acondicionado. Y luego, de regreso al médico, pero por otra causa, una infección bacteriana, probablemente adquirida en la primera visita al hospital.
A los pocos días, el problema fue con el aire acondicionado. Y luego, de regreso al médico, pero por otra causa, una infección bacteriana, probablemente adquirida en la primera visita al hospital.
Y hablando de
historia, el miércoles te pedí que regresaras hoy porque quería contarte cómo
la reina Ester me dio una lección para esta semana tormentosa. Pues bien, ya
sabes los pormenores, pero si me quedara aquí te daría un motivo más para
pensar que esta vida es algo demasiado difícil y deprimente y que no por gusto
la gente anda tan desesperada. Sin embargo, eso
sacaría por completo a Jesús de la ecuación.
Él nos prometió
una vida abundante, pero no por eso estamos exentas de problemas. De hecho nos
recordó que en este mundo los problemas lloverían. Léelo aquí. ¿Qué hacemos
entonces?
Lo mismo que hizo
Ester: Buscó a Dios.
Ester le envió a
Mardoqueo esta respuesta:
«Ve y reúne a todos los judíos que están en Susa,
para que ayunen por mí. Durante tres días no coman ni beban,
ni de día ni de noche. Yo, por mi parte, ayunaré con mis doncellas
al igual que ustedes. Cuando cumpla con esto, me presentaré ante el rey,
para que ayunen por mí. Durante tres días no coman ni beban,
ni de día ni de noche. Yo, por mi parte, ayunaré con mis doncellas
al igual que ustedes. Cuando cumpla con esto, me presentaré ante el rey,
por más que vaya en contra de la
ley. ¡Y si perezco, que perezca!».
(4:15-17, NVI)
(4:15-17, NVI)
En mi caso no
ayuné. La situación familiar y el estrés me lo impedían, pero en medio de todo
este remolino de situaciones fuera de mi control entendí que tenía solo dos
opciones: o me desmoronaba ante lo que estaba pasando, o le entregaba mi carga
a Dios y buscaba su rostro con la confianza de que él tiene el control.
Las situaciones inesperadas, como la de Ester, y como la que tú pudieras estar viviendo o la que
yo viví en esa semana, tienen que conducirnos a un solo lugar: los pies de
Cristo. Si tratamos de resolverlas de otra manera terminaremos agotadas, o más
bien, exhaustas, cuando no deprimidas.
Las opciones de Ester
no eran muchas. De hecho su vida estaba en juego. ¿Con qué armas podía contar?
Ciertamente ninguna de clase humana porque esas estaban bajo el control del
rey. El arma con que Ester ganó la batalla es la misma que tenemos tú y yo a
nuestra disposición, un arma espiritual.
“No es por el
poder ni por la fuerza, sino por mi Espíritu,
dice el SEÑOR de los Ejércitos
Celestiales”.
Zacarías 4:6
El lunes mis
hijos regresan a la escuela. Quizá los tuyos también o lo harán pronto. La
única manera de ganar la batalla que tenemos por delante es buscando a Dios, su
rostro, su dirección. Ese matrimonio que se está desmoronando ante tus ojos y
que no sabes cómo recuperar, la fuerza solamente te la puede dar Dios. Las
cuentas que no sabes cómo pagar y te están quitando el sueño, entrégaselas a
él.
Cuando las
situaciones que vienen a nuestra vida están por completo fuera de nuestro
control una vez más nos percatamos de qué limitados estamos y cuán frágiles
somos, es verdad. Pero también se nos presenta una oportunidad extraordinaria
de conocer cara a cara al Dios que nos dice que él es la paz, que él es la
provisión, que él es la luz, que él es el camino, que él es la vida.
Sé que hay
problemas mucho mayores que estos que compartí contigo, pero Dios los usó para
recordarme que no puedo sola, que no
se supone que lo haga sola y que la única
manera de vivir en verdadera abundancia es confiando en que él sigue siendo Dios. El
mundo está al revés, pero su trono sigue en el mismo lugar. Y nuestras vidas no
serán conmovidas si realmente las ponemos en la Roca, que es Jesús.
Wendy
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Bella reflexión que nos abre los ojos espirituales.
ResponderEliminarEstá palabra llega en el momento justo para mí , muchas gracias por bendecirnos con esta hermosa palabra
ResponderEliminarBendiciones. Gracias pero estoy de Acuerdo que Dios sigue siendo mi Dios en medio de la tormenta
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