¿Cómo me visto?
Desde niñas nos atrae todo lo relativo a la moda. Son muy pocas las mujeres
que no se interesan en este tema. Si queremos ser mujeres sabias, no podemos
pasarlo por alto, porque la sabiduría debe caracterizarnos incluso cuando nos
paremos frente al espejo o al armario.
Lamentablemente la cultura postmoderna en la que vivimos nos presenta un concepto de moda y belleza que dista mucho de ser lo que caracteriza a la mujer sabia. No tengo nada en contra del buen vestir. Me gusta. Y como a toda mujer, me interesa lucir bien. De hecho creo que debemos cuidar de nuestra apariencia siempre. Sin embargo, hay una verdad que no vas a encontrar en ninguna de las revistas dedicadas al tema de la moda, la ropa y la belleza femenina. Y esa verdad es esta: La mujer sabia, partiendo de que es una mujer que ama a Dios y tiene una relación personal con él, se viste para darle honor a él y no para hacer voltear los ojos de quienes la vean pasar.
Wendy
Lamentablemente la cultura postmoderna en la que vivimos nos presenta un concepto de moda y belleza que dista mucho de ser lo que caracteriza a la mujer sabia. No tengo nada en contra del buen vestir. Me gusta. Y como a toda mujer, me interesa lucir bien. De hecho creo que debemos cuidar de nuestra apariencia siempre. Sin embargo, hay una verdad que no vas a encontrar en ninguna de las revistas dedicadas al tema de la moda, la ropa y la belleza femenina. Y esa verdad es esta: La mujer sabia, partiendo de que es una mujer que ama a Dios y tiene una relación personal con él, se viste para darle honor a él y no para hacer voltear los ojos de quienes la vean pasar.
La palabra hebrea para dignidad es un término que se translitera como hadar y quiere decir: esplendor,
majestad, gloria, honor. Es curioso que la misma palabra se usa en otros
pasajes con un significado todavía más elevado: glorificar a Dios. ¿Te das cuenta?
La mujer virtuosa, la mujer sabia, se
viste con honor y para dar honor, para glorificar a Dios.
Sin embargo, la sensualidad está permeando cada centímetro del mundo que
nos rodea. Basta con mirar cinco minutos cualquier revista mientras estamos en
la fila para pagar en el supermercado, o simplemente hojear una circular de tu
tienda favorita. Todas gritan a coro: “tienes que lucir sexy”, pero esa no
puede ser la meta de la mujer sabia. La mujer sabia quiere vivir honrando a
Dios.
Dejemos claro que no es cuestión de vestirse con un siglo de atraso sino de
elegir ropa que me haga lucir bien, con la que me sienta cómoda y bonita pero
con honor, con dignidad, con pureza, sin el deseo de hacer arder corazones
ajenos ni de provocar sentimientos que no den gloria a Dios.
A veces no nos percatamos de que en la iglesia, por ejemplo, los hombres
que nos rodean son nuestros hermanos en Cristo. Tú y yo no debemos ser piedra
de tropiezo para ellos. Dios les hizo de manera diferente y el sentido de la
vista activa su sexualidad. No son pervertidos. Son hombres. Tenemos que ser
cuidadosas.
Lucir bellas para provocar las miradas masculinas ajenas no puede tener lugar en
el corazón de una mujer que busque honrar a Dios. Jesús dijo: “Pero yo digo que
el que mira con pasión sexual a una mujer, ya ha cometido adulterio con ella en
el corazón” (Mateo 5:28). No seamos la causa de un pecado así. Tenemos que
hacer nuestra parte porque al y fin y al cabo, es a Dios a quien rendiremos
cuentas.
Esta verdad la entendí con los años. Me costaba procesarla cuando era
joven. Pero ahora que la entiendo quisiera poder gravarla en las mentes de
todas las jóvenes que conozco.
¿Quieres una ayuda para entenderlo y saber si estás siendo sabia en este
aspecto? Cada día, cuando nos paremos frente al espejo, seamos honestas y
hagámonos estas preguntas: Cuando escojo una ropa, ¿qué tengo en mente?
¿Agradar a Dios, dar honor a su nombre (y al de mi esposo) o llamar la atención
de los ojos masculinos que me miren hoy? Es así de sencillo.
El viejo adagio repite “el hábito no hace al monje”. Es decir, que lo que
llevamos por fuera no cambia quién somos por dentro, pero sí dice mucho de los
valores que tenemos, a quién representamos. Tú y yo hemos sido llamadas a
marcar la diferencia. Somos una contra-cultura, y esa tarea no es fácil, pero
cuando Jesucristo nos llamó nunca dijo que sería fácil.
Fíjate que no es cuestión de andar feas y despeinadas, de hecho nuestra
mujer modelo en Proverbios 31 tenía muy buen gusto para vestir: “Se viste con
túnicas de lino de alta calidad y vestiduras de color púrpura” (v. 22). Sin
embargo, la sabiduría tiene que caracterizarnos incluso a la hora de pararnos
frente al clóset o el armario y decidir cómo nos vamos a vestir cada día.
Imagina por un segundo que Jesús estuviera junto a ti, ¿qué ropa escogerías?
Mujer, llegar a ser sabia abarca cada aspecto de nuestra vida, incluso la
belleza. Seamos mujeres que viven agradecidas por sus años, enfocadas en
embellecer su carácter, que visten con honor y para dar honor a Dios, y que buscan
dejar por dondequiera que pasen un aroma que evoque a Cristo.
Nota: Espero este tema te sirva de ayuda, y te pido lo compartas con tus amigas. Muy a menudo recibo correos o mensajes con preguntas sobre este tema.
Bendiciones,
Wendy
👍 muy buena enseñanza para reflexionar y llamarnos a glorificar a Dios en nuestra manera de vestir.
ResponderEliminarMe encanto.... siempre m lo pregunte, la lectura esta muy completa y se entiende claramente..... bendiciones!!
ResponderEliminarJusto lo que estaba buscando, gracias por la enseñanza.
ResponderEliminarLo compartiré con mis amigas.Dios te bendiga
Excelente!.....gracias Wendy!
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